Rectificar no es de sabios

Publicado en por elincomodador

Hay mucha gente que tiene miedo a rectificar. A decir públicamente que se han equivocado, como si el error fuera una deshonra. Suelen ser personas que han sido educadas con unas ansias tremendas de triunfo, de ser líderes, de llegar al primer puesto y claro, sus miedos no pueden salir a la luz reconociendo, admitiendo que han metido la pata hasta la rodilla.

Dice Ana Conda que ella  entiende esa postura, porque nunca reconoce que se ha equivocado. De hecho dice que uno de sus últimos errores le está costando una o dos broncas diarias en la oficina, pero que prefiere perder las cuerdas vocales que reconocer ante el resto de trabajadores que ha cometido un error.

Resulta que el puesto de director creativo había quedado vacante, y ella había propuesto un nombre para cubrir la baja. Aunque no tenía todas las referencias , creyó que era la única opción que impediría que una chica a la que odiaba, porque le había quitado el novio, fuese la nueva directora creativa.

En su empeño por joder la trayectoria profesional de quien en su día jodió la suya sentimental, no paró hasta que logró convencer al director general de que su apuesta era la mejor. A la mayoría le extrañó tal decisión, pero lo cierto es que desde hacía tres meses el nuevo, como lo llamaban, no hacía sino meter la pata.

Ana Conda quiere morirse, cada día desde hace tres meses recibe una o dos llamadas del director general pidiéndole explicaciones por la cantidad de errores que comete quien ella misma puso en el despacho del fondo.

Como decía al principio, la personalidad de Ana Conda le impedirá reconocer que se ha equivocado, que la mejor persona que podía haber ocupado ese puesto era la chica que en su día le quitó a un antiguo novio, pero su orgullo y su incapacidad de decir “he metido la pata hasta la rodilla” le impedirán hacerlo.

Cuando alguien no reconoce un error suele joderle la vida a unos cuantos que acaban siendo damnificados. Admitir  parte de culpa no exime de las responsabilidades, pero libera el alma y lo que es más importante, libera a las víctimas que en ocasiones no logran entender qué ha pasado  y cómo han llegado a la situación en la que se encuentran.  Dicen que cada uno tiene lo que se merece, yo digo que cada uno soporta las decisiones de quien comete errores

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