BRAVO, ALFONSO

Publicado en por elincomodador

Ser artista no es fácil, pero hay  más posibilidades de que nazca uno  que de encontrar a alguien que alabe su trabajo.  Y cada día no nace un genio.

El último caso de que la crítica incontrolada es lo mejor que saben hacer la mayoría de los mortales lo tenemos en el fotógrafo Alfonso Bravo, uno de esos pocos genios que nos regalan arte y buen gusto con su trabajo.

Lo de Alfonso es la historia que se repite un día sí, otro también y a veces el del medio si no es festivo, que ya se sabe que para criticar nos vale cualquier día y momento excepto aquellos en los que no hay que ir a trabajar.

Hace unas semanas este reconocido fotógrafo presentaba una de sus obras, el cartel del carnaval de Santa Cruz de Tenerife 2012. Una fotografía que ha despertado  el monstruo que muchos llevan dentro. Cada año ocurre lo mismo, el cartel presentado por el Ayuntamiento gusta a unos y disgusta a unos cuantos. Siempre igual. Este año y para no romper tradiciones se ha repetido el guión. Con una excepción. En esta ocasión han tratado de ridiculizar el trabajo de un artista.

He escuchado numerosas tertulias radiofónicas, leído artículos en periódicos locales y hasta comentarios en cadenas de televisión. En la mayoría de las ocasiones para acusar al autor de plagio, de falta de gusto, de haber presentado una fotografía triste y sin color, de no representar al pueblo, de haber hecho un catálogo de moda…y aquí empezamos a ver el perfil de los que han tratado de humillar al artista, porque desde luego que te digan que una foto podría ser la portada del Vogue USA es como para morir de éxito en ese mismo instante. Es decir han tratado de insultar lanzando  un piropo.

Dice mi amiga Ana Conda que a ella siempre le ha pasado lo mismo. Que está harta de que juzguen su trabajo con el único objetivo de restarle credibilidad o importancia a lo que hace. Mientras estos días escuchaba todos esos comentarios me preguntaba cuántas exposiciones han visto los que hablaban, cuántos libros de fotografía se han leído o cuántas campañas de cosméticos han analizado para llegar a la conclusión de que hay plagio.

En esto del gusto pasa como en las relaciones, cada uno tiene sus reglas y sus códigos y lo que a uno funciona  a otro puede que no. Aquí, no se trata de que a todo el  mundo le guste las mismas cosas pero sí deberíamos de empezar a tener respeto por aquellos que crean.  El cartel no representa a nadie más que a una fiesta y en todo caso será el escaparate internacional para darla a conocer, si se parece a una portada de una revista eso significa que vende bien y mucho  y si alguien cree que hay plagio primero que vaya a una biblioteca y busque un diccionario o quizá con suerte, tenga uno en su casa.

Después de ojear una vez más el cartel sólo puedo decir dos cosas: Bravo Alfonso, porque con tu cartel has logrado  quitar la máscara y no  la del carnaval a muchos.  Y porque el cartel…me encanta.

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